Estas Palabras Que Te Dedico No Saben Nada Del Pudor

Seme sincera, dama de mis anhelos ¿Qué hiciste exactamente para moverme la tierra? ¿Cómo explicás las noches de maquinación, angustia y deleite en lo aún no concebido que con un par se sonrisas me inyectás y con la mirada activñas sus propiedades infecciosas, llenándome de esta varicela sociópata que me despertás (Enfermedad no elegida arbitrariamente sino como forma sutil de expresar las ganas que me dan de rascarme algo que no conviene tocar. Dicen que cuando explicás la metáfora se te muere la poesía, en este apartado me importó un comino y dos jacintos.)? Dejame contestar, que de todos modos nadie lo va a hacer en mi lugar. Nada. Tu juego es la pasividad aderezada con repugnantes cantidades de relevancia totalmente inapropiada para un manjar respetable. Sos tofu. Un invento insípido con fama de héroe. Sos el póster de lo desabrido y todo tu encanto te lo regalé con mi reino. Que suerte que te tardaste tanto en estirar la mano, porque mi corona es una trampa para osos de las que te enseñan a no confiar en nadie tan predispuesto a un romance que nunca se apareció. Soy la promesa de una erupción en la planicie, nunca me toques la lava, que corroe como se advierte, te volvería adicta a las caricias de un patrón que te trae banquetes de todo lo insaluble.