Amé esa Game Boy Color con todo mi alma, cuando me iba de viaje y tenía que sentarme durante horas y horas en un auto o cuando tenía que acompañar a mi viejo a alguna reunión con un coeficiente de diversión negativo, allí estaba mi GBC y mi copia del Pokémon Silver. Ohh my saviors.
Thing is, perdí mi GBC cuando tenía 14 y nunca más volví a verla. En el momento ni me percaté de su ausencia, pero cuando me encontraba con situaciones tediosas, añoraba la presencia de mi retro-compañera cargada con sus 251 pokémon esperando a ser atrapados.
Señores, les presento a mi segunda consola, la Game Boy Color.
Aparentemente la había dejado olvidada en casa de Kevin, un pseudo amigo de mi infancia, hijastro del padrino de mi viejo (wow, esa si que es una relación rara de describir). Kevin solía ser el standard Hardcore Gamer con Guita, muchas consolas, muchos juegos, muchos accesorios inútiles. Stuff.Bueno, aparentemente Kevin decidió que era hora de deshacerse de sus viejas máquinas de ocio, y se las entregó a su padrastro, quien se las dió al Sr.Calamaro y finalmente mi antigua hermana regresó a casa, pero lo genial de esto es que además conseguí varios de los viejos trastos de Kevin, por ejemplo.
Este hermosísimo modelo de Game Boy Pocket, si, amarilla, Kevin, me inclino ante tu gusto cromático.