La mejor cosa que nunca te conté mientras compraba tu afecto es que no podías pretender nada de mí.
Los días pasan y nada vuelve a ser lo mismo. Mi cabeza es una entidad inquieta y con mucha energía para desperdiciar en vos o en cualquier otra que toque el timbre con suficiente estilo. Nunca fue mi intención.
Ahora nadie me puede tocar, y mis dedos se mueven como ratas, huyendo de la luz, esperando algo para alterar.
Él no quería perder. "Es todo un juego" le habían dicho. "Hasta podés hacer trampa" le habían dicho. Y ahora descansaba la cabeza en una lápida. El cuerpo gastado, la mente embotada, nueve mil recuerdos que no sirven de nada.
Quiero que termine.
Ya.
PARTE XVI - Amarillo
Heart-me furious. Shutmecontrol.
lunes, 3 de octubre de 2011
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