Estaba muy oscuro para ser las dos de la tarde, el cielo era negro en toda su extensión, ni una estrella, solo el reflejo de una luna azul. La figura siniestra revisaba un vehículo de hueso amarillo y gris y se volteó cuando abrí la puerta.
-¿Llamaste? -inquirió con un gesto de su brazo espectral.
No contesté, abrí la puerta trasera del coche, tiré mi mochila adentro y me acomodé con desgano en esas butacas color negro antiguo.
Mi chofer se materializó frente al volante y giró el juego de llaves de obsidiana, los motores rugieron y el conductor inició mi viaje por las tierras oscuras.
-¿A dónde, jefe?- Preguntó casualmente.
-No tengo idea, a donde sea- le contesté sin abandonar mi falta de interés.
-El reino del fuero interno es infinitamente más amplio que el reino humano -aclaró con esa voz rasposa, típica de la gente sin garganta- y por ende, las posibilidades son también, infinitas.
-Dije que no me importa.
El oscuro hizo un breve silencio.
-Como usted diga, jefe -asintió.
Me recosté sobre la butaca, mis ojos viendo el cielo, el gran muro negro de nubes violáceas que observaba toda la vida inferior.
-Nunca lo había visto por aquí -continuó mi chofer- aquí dice que su nombre...
-No importa como me llame.
-Pero, qué no es usted...?
-Sí, lo soy -volví a interrumpirlo, sin la mas mínima cortesía.
Hubo otra breve pausa, que el conductor tuvo la amabilidad de quebrar.
-Así que... ¿Qué es? ¿Desamor? ¿Revelaciones? ¿Furia?
-Sabes, para ser un jinete mítico si que eres curioso -le dije, algo molesto.
-Se hace lo que se puede...
Me estiré, decidí darle el gusto, la charla no me vendría mal.
-En realidad, ninguna de esas -le contesté- más bien es aburrimiento y soledad.
-Vacío ¿Eh?
-Vacío -confirmé- alguna idea de que se hace con eso?
-Yo solo se las cosas que suceden al final del camino, no conozco nada de en medio.
-Me lo esperaba.
-¿Le apetecería algo de música?
-¿Qué tipo de música?
El espectro se volteó y clavó sus cuencas en mí.
-Música del alma -contestó con tono funerario.
-Claro -acepté tras un breve instante- ¿por qué no?
La base de bajo inundó mis oídos como si proviniese directamente de mi interior, cuando el canto comenzó perdí la noción del tiempo, tal vez pasaría días, meses en ese taxi, hasta que mi aparición decidiese el punto de llegada. Por el momento no me preocupaba, al menos claro, hasta que mi otra mitad me encontrase. Pero hasta entonces, mi vehículo se perdió en la oscuridad de la mente con un ronroneo fantasmal.
PARTE XVI - Amarillo
Heart-me furious. Shutmecontrol.
domingo, 10 de enero de 2010
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