Estaba tranquilo en el estudio, disfrutando del msn y el sabor de mi Cramble de Manzana. El azúcar jugaba con mis endorfinas y yo notaba algo fuera de lugar. Una sensación, una premonición instintiva que me decía que mi rumbo por la vida iba a tomar un giro inesperado en breve.
Respondiendo mis expectativas sobre el futuro cercano, la puerta trasera se abrió con rapidez y la atmósfera se infundió en un aire siniestro. Mi tío me sonreía pero pude notar que su rostro ocultaba una expresión de tristeza bajo su transparente máscara de bajo carisma.
-Ezequiel, termínate ese Cramble, nos vamos -me informó con una apatía fingida, a fin de no revelar sus verdaderos pensamientos.
-¿A donde nos vamos? -pregunte, temiendo de antemano la revelación de la verdad.
-Eso no importa. Me voy a un lugar y tu papá quiere que vengas conmigo. -declaró sin remordimiento.
Imaginé el rostro de mi engendrador, sonriendo al pensar la terrible odisea que seguramente me estaba obligando a superar. Levanté la frutilla de mi Cramble y la sostuve entre el índice y el pulgar, la degusté con amargura y tomé mi abrigo, listo para enfrentarme a mis demonios.
Descendí al nivel inferior, sintiendo cada escalón como la inocencia en mi se iba apagando progresivamente, ya se me había terminado el tiempo para soñar, tenía que ser un hombre, tenía que levantar la vista y luchar con todas mis fuerzas hasta caer.
Solo dudé por un par de segundos en la puerta. El letrero verde de "Salida" era tan significativo. En mi mente podía leer "Salida de
Esperé a que mis retinas se acostumbrasen a la oscuridad, y ahí estaba mi tío, expresión sombría a juego con el ambiente. El motor del jeep junto al que se paraba no paraba de ronronear con furia. Y fue ahí cuando me percaté del tortuoso camino que me esperaba. La textura del nylon negro brillaba en la parte trasera del vehículo, separado en forma de bolsas, ocultando el secreto de su interior.
-Esto significa... -llegué a musitar, pero mi acompañante terminó la frase por mi.
-Si -me afirmó e irguió su cara hacia la luz la cual brilló sobre sus facciones jovenes- Vamos a sacar la basura.
Resistí el impulso de correr a mi hogar o gritar suplicando ayuda, me limité a hacer una casi imperceptible mueca y me subí al asiento del acompañante tan rápido como pude. Quería que la pesadilla terminase incluso antes de terminar.
Él no tenía prisa, supuse que era porque se había resignado a aceptar su destino, vagó hasta la puerta, ya había perecido por dentro.
El viaje fue mucho mas corto de lo que hubiese deseado, ni siquiera tuve tiempo de pensar en todos aquellos a quienes amaba o en mis mas dulces memorias, porque al cabo de unos instantes habíamos llegado.
La boca del container se abría ante mi persona, exhalando hedores de procedencias desconocidas. Preparé mis brazos y mi sentido del olfato, respiré profundo seis veces y luego comencé.
Tomé y lancé cada una de esas bolsas directo al contenedor, sin parar, sin descansos, quería que terminase de inmediato, sufrí y sentí agujas en mi cerebro cada vezque un nuevo peso pendía de mis brazos y cada vez que lo dejaba caer.
Al cabo de lo que pareció una eternidad terminó y me sostuve justo antes de que mi rostro se estampase contra el pavimento. Respire muy agitadamente, quería que mi memoria se borrase, mi inocencia había sido corrompida.
Pero mis temores solo comenzaban. Mi tío me miró y esta vez no pudo ocultar su tristeza.
-Hay que ir a la estación de servicio. –me declaró con un hilo de voz.
Mis pupilas se achicaron y mi labio inferior tembló. Pensé en llorar y rogarle que me dejase, pero sabía que era mi deber. Me subí al jeep nuevamente y no pasó mucho hasta que vi las blancas luces de la estación, resplandeciendo sobre mí como ángeles dándome la bienvenida.
Mi tío descendió primero y lo escuché dar un par de pasos antes de oír su gemido de terror, me armé de valor y descendí a socorrerlo.
-¿Tío, que pasa? –le pregunté mientras chequeaba sus signos vitales.
El me miró con horror y balbuceó varias veces antes de contestar.
-…aumentó la nafta… -pronunció casi con dolor en los labios.
Me estremecí nuevamente y me apresuré a buscar el agua necesaria para el tanque y así acelerar nuestra huída del espeluznante sitio.
Encontré una regadera junto a un asistente de la estación sonriente. La tomé en cuanto la vi y esprinté a la boca de bomberos, no sabía si ese asistente iba a atacarme, no sabía siquiera si era humano.
Coloqué el envase de plástico en su lugar y abrí la canilla. Un descomunal chorro de agua me tomó por sorpresa y casi destruye la regadera. La sostuve con fuerza entre mis manos, aguardando a que se llenase. Cada segundo sufriendo con la lluvia de agua fría sobre mi piel y temiendo la seguridad de mi tío, rodeado de asistentes de estación de servicio sedientos de sangre.
Finalmente cerré la boca de agua y corrí sosteniendo el contenedor con firmeza. Llegué a mi destino, le grité a mi tío que resistiese mientras él agonizaba en el suelo, ya casi dándose por vencido. Vertí el líquido dentro del vehículo y tiré la regadera a un lado mientras me apresuraba a subir a mi pariente al asiento del conductor. El aceleró tan pronto como me subí y mientras huíamos, juraría que pude oír los gritos sobrenaturales de los asistentes de la estación de servicio, jurándome que se vengarían.
"Este post ha sido patrocinado por Master Julian inc."
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